Monday, May 5, 2008
La vida sigue al mismo ritmo que la muerte.
Van cayendo los días y también van cayendo las empresas al amor de esta jodida crisis. Esta mañana, sin ir más lejos, se me torcía el desayuno al saber que dos empresas fuertes de la ciudad me habían devuelto pagarés por cantidades importantes [una lo había hecho por quiebra y la otra por suspensión de pagos], lo que me dejaba con el culo al aire y con esa sensación agria de que no está en mi mano solución alguna. La cosa está en dejarme llevar y esperar a que los sucesos se tornen favorables antes de que la situación se torne insostenible… vamos, apretar el culo y aguantar el tipo para ver si los políticos toman las decisiones justas para que volvamos a tomar las riendas de la situación. Ya veremos.
Y por lo demás, pues nada, que la vida sigue al mismo ritmo que la muerte, y la primavera alumbra colores que conforman un decorado que rechina justo detrás del teatro de los hombres. Y que debo acordarme de las visitas y el afecto de mis amigos durante los últimos días [la marcha de Magdalena me hizo olvidar la anotación puntual y agradecida], que vinieron Emilio González y señora [un puntazo de tía que me cae de puta madre] acompañados de su delicioso Fernando [Fer], y vinieron dos veces [aunque no les pude atender como se merecen] y cargados de aceite del de rechupete, vinagre del caro y dulces judíos de relamerse… que estuvieron conmigo Fernando y Fabio R. De la Flor y me dejaron libros y ese constante testimonio de amistad buena que tanto agradezco… que me llamó José Luis Morante y que también lo hizo José María Cumbreño… que recibí abrazos interneteros y telefónicos de Donce, Jesús Majada, Sinda, Lorena, Riobó, Ángel Pasos, Guadalupe, Ramón Hernández Garrido y otro montón de gente, y que les digo que son hermosos y que los quiero de verdad a todos y mucho.
Y nada más, porque aún no tengo ganas, o sí… quizás de comerme un cordero con todos, un cordero regado con buen vino, y cantar juntos y emborracharnos hasta caer al suelo, y dejar que todo fluya y que el mundo sea nuestro para hacer con él lo que nos apetezca.
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