Thursday, November 6, 2008

Ayer vi amanecer...


El grumo dilatado que es púpura y resorte ya ha aprendido a hacer sombra. Yo ahora indago en sus fuentes como retrocediendo, como hundiéndome en su extensa vocación de fuego lento. Con su manso estatismo de oruga no presume su magma en el cobijo de las piernas hasta que busca saltar el muro.
Y nunca podrá expiar su culpa, porque es lo desbordado.
•••
¿Viste una rama retorcerse en el pináculo de un árbol joven?, ¿aprendiste a entender cómo se coagulaban sus frutos o cómo decaía en el semiluto del otoño?…
Seguimos de rodillas, viejo, vencidos aún antes de nacer… y no hay un Támesis al que dejarse caer con un peso en las manos o un Hudson de color cinabrio en el que ahogarse lentamente. Seguimos de rodillas, viejo, y vamos como las ocas hasta el paté sin saber salir del sótano.
Ayer vi amanecer entre un frío irrestible y una esperanza, y me llegó el olor de los hornos que cuecen el pan frente a mi casa, y quise retractarme de toda la postración que llevo encima… pero no pude. Una traición pasó entonces bajo mi ventana y me vi como en una estación diciendo adiós al último tren.
No sé si tú ibas dentro, viejo.

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