Friday, November 28, 2008

Dame luz.


Qué artificial es todo, qué indecente…
Contra el mundo debo tomarme la vida como un sacerdocio o ser el extranjero que no fue capaz de aprender el idioma de los otros, el que sonríe para que le tengan por imbécil, el que asiente con la cabeza a cualquier gesto.
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Hoy vi a la familia completa de Luisito y María [una suma hermosa que casi se ha hecho multiplicación] y me gustó la pinta del asunto, con mi amigo feliz [que se le nota a la legua] y sin permiso para salir ya de parranda [él lo asume encantado]… y me dio en la nariz que todo tiene arreglo si dejas que exista el horizonte. Luego hice resumen del día y me volví a acordar de que hay buena gente por ahí dispuesta a lo que sea [de las últimas horas me quedan los hermosos detalles de Joselín, Manolo Casadiego, Lorena, Dani y Ana, Concha, Gerardo, Guadalupe, Antonio G. T. …].
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Dame luz hincando tus rodillas sobre lo aniquilable, pues soy la triste acrópolis de un esplendor pasado que masculla su ruina y necesita asedio. Que se haga mediodía entre los ojos y todo en mí destiña xantófila inflamada, y me haga grito y gruñidos hermosos, como los de una selva.
Me miro en la botella que reposa vacía sobre la mesa llena… y soy como una esquela sin el nombre completo hasta que tú decidas.
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Siempre sumo mi cuerpo con el colchón por el lado izquierdo y mi cabeza herida se acomoda a la almohada como un rinoceronte mientras los cabellos caen desde su trono hasta el hueco del pozo. Así, y abrazado a la almohada como a una mujer blanda y luminosa, asigno a cada sueño uno de mis ojos [siempre tengo dos sueños] con intención de atraparlos [lo que jamás consigo].
Cuando, ya derrumbado y preso de las sábanas, entro en el mundo blanco, no sé lo que sucede porque todo se borra.
Y cuando me despierto con esos golpecitos de mi hijo Guillermo y no sé dónde estoy ni qué ha pasado, la boca está pastosa, el vientre blando, los genitales prestos, lo riñones punzando sobre la carne anexa… hago siempre un empuje de memoria y no hay nada en la bolsa… estoy lavado.
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¿Quieres el ademán de tocarte y las convulsiones, que te talle como a un diamante con esta afasia mía de mangas sobre mangas, que haga la ceremonia rara de las aves del paraíso para tus ojos, que intente disuadirte mientras punzas mis músculos más blandos con tus uñas recién pintadas?, ¿quieres que me exija y te apodere, que rodemos por el suelo y seamos el ovillo, que te roce y te encarnes, que te repita entera con esta lengua de ceniza que escondo en la corola?, ¿quieres que te sahúme con incienso y apure en la escalera la copa que me ofreces, que te muerda el sombrero de rafia y te estuque la espalda y te haga un altiplano sobre lo espeso y te junte las piernas y te pliegue?, ¿quieres que te dibuje en tinta negra y todo se hinche como el arroz, que me precipite Niágara desde los orificios y quedemos maltrechos como la pulpa batida y seamos el reverso de todo lo que somos?

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