Thursday, November 20, 2008

Treinta y tres veinte enes.


Otro 20 N para homenajear al abuelo Felipe [ya van 33] y aún no he podido acceder a sus restos, aunque ya sé la ubicación de los mismos en el pueblecito de Los Santos [todo gracias al buen hacer de la asociación para la memoria histórica de Salamanca y al interés que se ha tomado Javier, el alcalde de Los Santos, por el asunto].
Me levanté bien agarrado por el catarrón que tengo, me duché y me puse una muda limpia, pantalón negro, camisa blanca y mi pajarita especial para concelebrar la memoria de mi abuelo. En la calle, como cada 20 N, todo el mundo me ha mirado rarito y sin entender nada, sobre todo porque me he paseado con la cabeza bien alta [siempre la llevo como escondida entre los hombros] y con una sonrisota de oreja a oreja [también suelo llevarla siempre escondida entre los hombros]. En el café hubo un arranque de chanza, pero al enterarse mis concafetanos de los motivos de mi indumentaria, les cambió el tono de las palabras y el valor de la sonrisa.
Lo más jodido llegó a la hora de la comida, cuando escuché unas declaraciones de Esperanza Aguirre sobre esos muertecitos nuestros. Me pareció un escándalo escuchar lo que escuché, aunque de esa boca sucia ya no me extraña nada de lo que salga. Y después de ensuciarme los oídos con la mierda de esa radical del dinero fácil, pillé por banda a mi Guille y le expliqué con detalle [en versión infantil, claro] todos los pormenores de mi actitud y todos los precedentes que me han llevado a ella… recordé entonces cómo mi abuela Antonia me explicaba, cuando yo tenía la misma edad que mi Guille, ese ‘cuentino’ hermoso de un hombre pequeñito con los ojos azules y una sonrisa eterna al que apodaban ‘El Juguete’… y la terrible razón por la que la sandía era fruta prohibida en la casa [mi abuelo llegaba con una sandía enorme el día que le robaron la vida, y quedó destrozada en el suelo]… y cómo sacaba de la vieja cómoda aquella camisa chiquita y aquel chaleco con agujeros y quemazones que guardaba como reliquias de la falta, y me los mostraba como si estuviera orando.
Y a media tarde brindé por mi abuelo con ron cubano.
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Recibo mail del hermanito Antonio Orihuela desde México [mecahis…] con el siguiente texto referido a la antología de poesía mexicana actual “15 balas” que he editado en mis talleres bajo la batuta orihuelita:

“Felipe, ayer, echándote de menos un montón, presentamos la antología en la casa del poeta, con un llenazo total y con los libros volando de mano en mano, el recital resultó estupendo y la gente recibio el libro con largos elogios; creo que es un buen trabajo…”.

También me indica Antoñito que la antología será presentada mañana en Ciudad Obregón… que haya suerte.

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