10:36 horas. Llego desde los fondos del pantano de los malentendidos y cansadito ya, pues he tenido que madrugar en sábado [esperaba dormir para quitarme este cansancio que llevo pegado al cuerpo como un sudor], y todo porque había que desmontar las dos exposiciones extremas antes de la fecha programada, para que mi amigo Miguelón pudiese colgar las suyas blueseras. Me ayudó Mª Ángeles y lo hicimos rapidito. Ya hacía calor. Hacerlo, desmontar las exposiciones, me ha dejado cierto regusto de restos de naufragio [nada termina nunca hasta que otro asunto empieza].
Retirado el pecio, corrí a mi cueva para encerrarme un ratito y flipar con mi cámara web haciendo el ganso [le saco resultados a este enredar y, por cierto, ahora los estoy subiendo –los resultados- a un blog específico –pipecomen.blogspot.com–]… pero no hay sosiego posible siendo imprentero, pues siendo sábado, y teniendo la imprenta cerrada por fin de semana, he tenido que atender a dos parejas de novios que querían ver tarjetas de boda [el ver tarjetas de boda supone de media una o dos horas con los clientes, aclarándoles dudas, respondiendo a todas sus preguntas y estando presente en el tedioso proceso de escoger una tarjeta entre los siete catálogos enormes que les presento… vamos, todo un trabajo]… jodida la mañanita entera a lo que se puede suponer, y con la consideración de que ninguna de las parejitas dejó cerrado su encargo, lo que quiere decir que volverán la semana próxima y habrá que echar otro par de horitas con ellos.
Así llegué a la una del mediodía, con esa sensación de “esto te sucede, Felipe, por ser gerente de tu propia empresa” [aquí me acuerdo siempre de mis cuñados y cuñadas funcionarios, que, ayer mismo, sin ir más lejos, se felicitaban del calor que hacía –a mí me mata si trabajo– y de lo bien que sienta esta temperatura en vacaciones –yo odio este tiempo, porque nunca puedo utilizarlo para el solaz con los míos–]. Ser empresario pequeño supone tener veinticuatro horas de disposición, sonreír siempre, pagar a todos, no tener derechos sociales adquiridos [o perder los que ya tenías por haber trabajado alguna vez por cuenta ajena], ser un cabrón que intenta engañar al fisco constantemente [me gustaría comparar mis entregas a la caja común con las de quienes sí tienen todos los derechos sociales] y no poder beneficiarme, por ejemplo, de becas para mis hijos o de ayudas que sí llegan a sectores con muchas más ganancias netas que al nuestro… ser pequeño empresario consiste en dormir poco y mal, en tener constantemente bailando sobre tu cabeza la espada del Damocles bancario y la maza de esa SS que tanto ahoga… consiste en tomarse riesgos y asumirlos, en reinvertir lo ganado [si alguna vez se gana] y en pagar a todos, mientras tú te quedas a dos velas si la cosa va justita [llevo ya más de seis meses en este supuesto tan cabrón]… ser pequeño empresario consiste en procurar que tu personal esté cómodo en el trabajo, que no existan roces para que todo fluya [este apartado es complicado de tramitar y exige atención diaria]… ser pequeño empresario con varios trabajadores supone que, si la cosa va mal, tus trabajadores no tendrán problemas [porque tienen asegurados sus dos años de paro y ese despido que asume el Fogasa si la cosa quiebra] y que tú te quedarás sin nada, en la puta calle, al raso, porque avalas personalmente cada una de las operaciones que realizas con la pequeña fortuna familiar [una casa, un coche y el grimio crédito de ser una persona seria y cumplidora con tus obligaciones porque lo has demostrado durante muchos años]…
Oye, que creo yo que ya viene siendo hora de que empecemos a tener algunas protecciones, que nuestro trabajo pueda gozar de esos beneficios sociales de los que gozan amplios sectores de población, pues, no en vano, somos generadores de riqueza, generadores de puestos de trabajo, activadores de la economía y mantenedores del sistema [un sistema que no me gusta, pero del que no puedo huir]. Somos los capaces de correr riesgos… y por ello creo que mereceríamos algún gesto institucional… y, por favor, que nadie me salga con esa gilipollez de que os hacéis ricos y explotáis a los trabajadores… no… creamos nuevos campos de crecimiento económico, los tramitamos hasta el agotamiento y propiciamos empleo y riqueza –además de pagar magros impuestos por todo– [algo de lo que todos disfrutan].
Lo que sé a ciencia cierta, porque lo siento cada segundo de mis días, es que, aunque las fuerzas flaqueen, tengo que seguir peleando, porque el asunto consiste en morir hacia delante, ya que tan solo hay esto o nada. ¿De dónde cojones sale la pasta para pagar a los empleados cuando no hay trabajo –como viene sucediendo desde hace muchos meses–, cuando su rendimiento no aporta la parte precisa para que todo funcione y los números cuadren –por falta de curro, se entienda–?, ¿quién creéis que se hace cargo de ese déficit y tiene que seguir pagando la SS, el IVA, los trimestes a Hacienda, los salarios, los créditos y todos los gastos de mercaderías y comunes?... el pequeño empresario, colegas, haciendo magia, buscando como un cabrón euros debajo de las piedras, no durmiendo y no sabiendo lo que es relajarse un ratito… y que llegue el fin de mes y todos hayan cobrado [con suerte], mientras el bolsillo de quien propicia en trabajo y lo sostiene tan solo tiene telarañas… ¡me cago en la puta!... eso y tener que oír cada día las sandeces que se oyen… “haber escogido bien…”, “haber estudiado…”, “nadie te obligó a hacerlo…”… pero sí que me obligan a detraer un alto porcentaje del dinero ganado con mi esfuerzo personal para mantener un sistema con tipos que me dicen estas cosas y que, además, se regodean en su sueldo seguro y alto, en sus tiempos vacacionales irrenunciables, en su falta de sacrificio social amparado en un gremialismo mafioso y asolador… y es que en este país trabajamos cincuenta para que coman mil, que ya estoy harto de ver a tanta gente mamando de la teta común con jornadas que a veces no llegan a las dos horas y con una producción absolutamente desfasada con el sueldo que se llevan calentito a su casa cada fin de mes [ya he dicho en alguna ocasión que cada vez que subo al bar con un cliente, lo encuentro lleno de funcionarios relajados tomándose sus vinitos en horas de trabajo… y sucede siempre, siempre, sin excepción… de la enseñanza, del INEM, municipales, de la SS –y mira que queda lejos de mi bar de trabajo–, de sanidad, de diputación…].
Así no vamos a parte alguna. Que se pudran con sus vacaciones de mierda y con todo su dinero regalado.
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Siento estar en este tono hoy y, sobre todo, siento herir alguna sensibilidad con mis generalizaciones de quienes sí trabajan, que también los hay. Les pido disculpas y les ruego que no se sientan agredidos por mis palabras.
La situación se está torciendo hasta el punto de que el día menos pensado contestaré con un directo al primer imbécil que me diga una tontería… o quizás hasta con una buena patada en los huevos. No hay sitio en este jodido sistema para los emprendedores que fracasan por causas ajenas a su esfuerzo… y sí lo hay para los mamones que viven de bajas y escaqueos [que son un porcentaje muy elevado] con un contrato público en cualquiera de sus grados. Y no me parece justo, y por eso se me calienta la boca y lo que no es la boca.
Qué bien traída hoy esta canción de la sublime Piaf.
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