En este triquitraca de cabeza que me traigo [no es moco de pavo el asunto], ayer me dio por volver a experimentar con mi cámara web como hacía en diciembre del año pasado. Volví a pillar papeles al azar y quité el espejo del baño para buscarle las vueltas a la idea que me rondaba, y emergió un mundo nuevo lleno de simetrías ante mis ojos [os dejo algunos ejemplos de mi trabajo para que os hagáis una idea]... luego me fui a dormir como un campeón, emocionado con las imágenes captadas... no sé con qué soñé, pero soñé con algo... y me levanté con un dolor de cabeza bastante pesadito... me duché, me ablucioné entero y me miré la barba con intención aviesa... “hay que recortarla un poquito, me dije”, y que pillé la nueva afeitadora que me regalaron el mes pasado [asesina, la hija de la gran puta] y de la primera pasada se me quedó el mentón como la cabecita del último mohicano... ¡me cago en rus!... intenté ponerle solución al desaguisado, pero la puñetera maquinita es una segadora en toda regla y casi me deja como un hooligan del Betis... así que tiré por la calle del medio y me rasuré como solución final... mis dos hijos varones se descojonaron de risa al verme salir del cuarto de baño y me hicieron mofa hasta que pude huir por la puerta de la calle con el desayuno metidito como con calzador [no estaba yo para aguantar su guasa a esas horas]... así que acometí el día con cara de gaznápiro... y, oye, que todo me salió medio bien... mientras, el cielo se sahumaba con las tristes señales de humo del incendio brutal de Las Hurdes cercanas, el sol se puso rojo y olía a quemadito allá por donde fuera... me pusé un puntito triste e hice una suerte de danza de la lluvia en la escalera de casa, sin que me viera nadie [a veces hago gansadas de ese tipo, aunque no te lo creas].
Comí y me volví al curro –antes, en el café, tuve que detener algunas sonrisitas por mi mentón lampiño... suelo poner cara de cabrón y todo el mudo me retira la mirada y da un paso atrás, pero eran de broma y se supo entender, así que el personal siguió riéndose–, trabajé poco, porque la Xerox dijo basta y me mostró ese mensaje suyo en inglés que viene a decir que ya no puede más, así que me tomé media tarde libre y leí a Hank [Buk] hasta la risa.
Y no mucho más, que ya es bastante.
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