Oye, y si esa porquería del Proyecto Haarp norteamericano fuera verdad, si fuera cierto que Guillermo Chaquespeare no escribió ninguno de los libros que se le adjudican, si fuera cierta la invasión de los ultracuerpos, si fuera cierto lo del cambio climático y que se va a acabar un día el petróleo, si fuera cierto lo del juicio final... a veces me encanta que mi padre me explique su cosmovisión y a lo que nos lleva, sus exactas creencias de que el hombre jamás pisó la Luna o su convencimiento total de que el mundo se hundirá porque lo estamos vaciando de petróleo y de gas... y me fascina que lo mezcle con el tipo que le instaló la calefacción eléctrica y aún no le ha hecho el papeleo para poder usarla o con la comunidad de vecinos empeñada en cambiar el ascensor viejo por uno nuevo...
Lo de las creencias, las fantasías y las relativas realidades es todo un mundo... a mí, por ejemplo, me molesta mucho que el pan se ponga boca abajo sobre la mesa [cuando mis hijos quieren molestarme, eso es justo lo que hacen], a mi madre le mosquea no abrir todas las ventanas de la casa hasta en los días de más duro invierno y a un colega que conozco se le aparece un abuelo de su madre para decirle los números de la Bonoloto [pero nunca se acuerda de cuáles le dijo a la hora de jugarse el boletito semanal]... lo malo de estas cosas es que a veces marcan las decisiones de las personas con auténtica determinación y se hacen locuras de todo tipo... también está esa cosa de la fe ciega, de la admiración absurda... resulta que hace unos días salió la noticia de que un rico empresario fallecido le ha dejado su fortuna en herencia a los príncipes de Asturias, y no los conocía más que de haberlos visto por la tele... el tipo en cuestión, que se murió ya, no calculó que hay millones de personas que podrían arreglar un poquito sus vidas con esa pasta gansa... quiso ser narciso hasta el punto de que la fortuna personal le llevase a ser conocido y famoso –puto narcisismo– después de su muerte... y puso castillo nuevo a los Asturias.
Tampoco está mal vivir un poco de estas dosis de imaginación incontenida, de dejarse llevar por creencias absurdas, porque la verdad verdadera, el esto esto y esto de cada día está hecho de purito terror, de fusiles AK, de muertos con la cabeza bien pisada, de pobres entre la mierda siendo la mierda misma... de natural, cada uno está deseando que mueran de mala manera unos cuantos que pululan a su alrededor... de natural, robaríamos la comida de la mano de un crío si sintiéramos hambre... y todo eso es muy difícil de llevar sin esos desfases imaginativos de extraterrestres, fantasmas, contubernios, gatos negros o proyectos haarp... que solo con el contenido real nos puede dar un jamacuco o que nos lo den sin que nos enteremos.
Yo, últimamente me hago entender muy mal por la gente con la que me comunico, y quizás sea porque me explico fatal [y mira que le llevo echadas horas al asunto de explicarme]... así que dejo pistas generales en caso de un ‘palporsi’: soy un varón caucásico que reside, por suerte o por desgracia, en un país que se llama España; mis ojos son verdes y tengo el pelo finito y largo [aunque ya con alguna calva en el coronillete], luzco barba desaliñada y me visto por los pies como me enseñó mi abuela, soy medio rebelde por ideología genética, gruñón, malhablado, directo en la escritura y apocado cuando la palabra tiene que salir de la boca, no soy racista –me esfuerzo en ello cada día– ni tengo una idea de los hombres que no responda a sus actos y a las consecuencias de los mismos –es decir, no saco conclusión de los colores de la piel o de los países de origen, sino de los hechos que conozco–, escribo mal e intento ir mejorando cada día, busco tiempo para que mi razón trabaje –aunque lo haga mal–, intento ‘hacer’ en la medida de mis posibilidades para que el mundo sea un poquito mejor –y fallo en un alto porcentaje–, no estoy contento con el mundo ni con sus líderes galácticos, no soporto los medios de comunicación que lo mediatizan todo, tengo muchos recelos de lo norteamericano, creo que los pueblos son en parte culpables de sus tristes destinos –y también de sus éxitos–, me encantan los bocatas calientes, bebo Coke a diario –y fumo mucho–, trabajo por no ser intolerante, me encanta decir con exageración y provoco bastante –más de lo que debiera, según mis padres–, sé envainármela cuando siento que no tengo razón, a veces me pongo misógino como defensa ante el feminismo absurdo, doy lo que puedo para lo que haga falta [sobre todo doy tiempo], a veces se me va la gotinina y tengo que ir a cambiarme con urgencia [no lo llevo mal], me siento algo mayor y me molesta mucho que no me entiendan cuando creo que me he expresado claramente, tengo algunas manías que no puedo quitarme [me muerdo las uñas, me arranco los pelillos de las cejas cuando estoy muy nervioso y necesito beberme un vaso de leche chocolateada antes de irme a dormir], acepto que me corrijan –pero me cabrea en lo más íntimo–, nunca supe decir que no a casi nada y, como ya expliqué, me jode un punto que el pan repose boca abajo en la mesa... pero me hago entender muy mal.
No sé aún si soy una mala persona o un equivocado, aunque sí tengo muy claro que pertenezco a un grupo humano que debe cargar con todas las culpas del resultado actual del hombre, entre otras cosas porque la tenemos... pido perdón por ello... y por lo que haya que pedirlo, coño.
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