Por eso de comerme el tiempo de alguna forma, me paseé la Plaza Mayor [por donde pude, claro, que entre las obras pantagruélicas y los coches aparcados a su bola, no hay forma humana de centrarse en ese foro bejarano en estos días]... según bajaba, vi que la librería Cervantes ha cerrado por jubilación de Ricardo y que la tiendita de dulces y pan de la esquina ha pasado a mejor vida... dos negocios menos en el barrio... por allí pululaban el pintor artístico de la zona con su purito, el taxista gimnasta haciendo sus sesiones sistemáticas de paseos a velocidad y levantando los brazos, la gitana gorda, el tuerto cansino, la viejina de los cafés a domicilio y una comandita municipal de mujeres que intentaban levantar una losa de granito de la calle entre risas y chascarrillos [el ‘Plan E’ de don Zapatero es fabuloso para contar... no sé si tanto para arreglar la crisis, aunque ayuda]... la Plaza Mayor está remojada estos días, como si hubiera salido de una inundación con terremoto incluido [a las obras me remito]... la iglesia está como lamida y goterosa, aunque no para en su cansino campaneo [el cura es insistente, insistente, insistente... y el palacio/instituto ducal tiene una de sus torres encondonada y como de luto [van a hacer allí no sé qué historia para ver las estrellas].
Busqué los soportales, que siempre me han gustado como mirador, y me fumé un cigarrito escudriñando el biotopo placero, que con estas temperaturas y estas nieves está como desalojado... y nada, oye, ni los gitanillos cantautores, ni el desinhibido [que lo mismo está penando destierro... Dios nos libre de él por mucho tiempo], ni las viejinas caedizas de después de misa, ni la hermosa señorina de la bata de boatiné azul... mi mundo Amarcord hoy no existía a pesar de que lo busqué pleonasmo en mis iris tiritones.
Y de esa nada con humo, a la deriva de mi silla/ataúd, a esperar a que llegase algún cliente y a indagar en mi memoria algún guiño desde el que escribir algo...
Hoy soy el justo estribo de un cubismo plano hecho con tonos sienas y grises, pero también estoy como encogidino y sin ningún sentido práctico... veo al fondo de mi cabeza azoteas con gatos andando despacito entre las venas gordas, como si quisieran cazarme; muertitas sin sepultar que sonríen vivarachas, dos días mal llovidos porque no pude verlos, un patio con aljibe, dos caléndulas [¿o quizás calendarios?... no sé], el pedazo de falda que le quité a una musa, un frutero con dos naranjas mandarinas y un prendedor plateado... pero todo cubista, plano, siena y gris... al norte de las sillas reposan las cabezas recién cortadas y suena un minué [también es plano]... más allá están los santos con descochones, los techos altos de cuando era chico, los curas con misal y mala hostia, el rubí que se desplomó del ojo sideral de una estatua de Shiva, un espectador dormido de 1959, los ojos de un lenguado, un delicado vasito con el sudor de una tarde y el pecho sin pezones que dibuje en agosto... así nace el dibujo antes de ser el trazo, así se me incorpora hasta las manos y busca una salida temblorosa, así rezuma para ser siempre mucho peor que el más malo del mundo... globos glóbulos ojos blandos blancos oblongos lenguas bilingües blindándose Berlín brocados lívidos Ludivina blondas muslos clavo crótalo crema vientre violín Violante boj... me encanta asar palabras, dirimirlas, hurtarlas de su costra, deshacerlas, colmarlas... me encanta pronunciar palabras a solas, en alto, sin sentido... cable bloque botella cono cal molibdeno moltura mijo mole muele ele... palabras en favor del aire viciado, salidas a la vez que el humo del cigarro, hechas para volar y golpearse despacito en el cielo raso de mi cuarto, en la bombilla, en los libros con olor, en la servilleta... palabras de usar y usar que no me digan ya nunca que la jodida vida es esto y esto y esto, coño, que ya está bien, que ya es suficiente, que ya basta.
Hoy la hierba está más que para tumbarse.
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