Wednesday, November 21, 2007

Horas de otoño.

Hay horas que debieran tener como mucho un par de segundos para luego irse al campo y hacerlas largas, largas, entre las hojas secas y mojadas por la lluvia reciente.
El cielo vuelve a ser de plomo esta tarde.
Anoche me sentí muy feliz al ver a mi hija y a mi madre juntas. Acababan de salir del cine y habían asistido al pase de ‘Las trece rosas’ justo en esa fecha tan emblemática para mi familia [imagino que también para muchas familias]. Mi madre salía encendida y rabiosa, con una sensación durísima de haber vuelto a aquellos tiempos de asesinos fascistas que le tocó sufrir en sus carnes. Mi hija salía con los ojos enrojecidos y firmemente amarrada a su abuela, entendiendo [otra vez] que la verdad fue dura y que hay que estar unidos en el recuerdo.
Las quiero a las dos a rabiar.
(20:53 horas) Sé que estoy solo, absolutamente solo, y todo a pesar de que sé también que tengo padres, hijos, esposa, amigos… Ellos también están absolutamente solos aunque aún no lo hayan percibido de forma neta. Estoy solo y moriré solo un día, porque en la vida todo se hace a solas, hasta el amor. Nadie podría aguantar mi peso como yo no podría aguantar el peso neto de nadie… y a ello se une la jodida necesidad de los otros, una necesidad falsa y agotadora, un mentira que nos sirve para creer otra cosa distinta a lo que somos y a lo que nos compone y nos desata.
Y no es un sentimiento poético el que aquí expreso. Es la jodida realidad… por ello debemos aprender a vivir con nuestra soledad y a saber atenderla.
Escribo solo, leo solo, siento el amor solo… odio y admiro solo, y soy yo, individuo aislado, el que siente y presiente, el que toma determinaciones acertadas o erróneas, el que sabe cuáles son las máscaras que colgarse en la cara.
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Quizás mi mal radique en que parto del pensamiento de que ya está todo escrito [y, además, mucho mejor escrito que lo que yo intente]. Lo mismo debiera replantearme todo y partir de nuevo pensando que mi voz será descubrimiento hacia los demás y no solo hacia mí.
Suena ahora el ‘Chan-chan’ en la voz del Compay Segundo y en su bellísimo sonsonete repetitivo veo cierta luz de lo que es mi mundo expresivo: necesito decir millones de veces lo mismo… “De Alto Cerro voy para Macané… llego a Cueto, voy para Mayarí. El cariño que te tengo yo no lo puedo negar, se me sale la babita y no lo puedo evitar. Cuando Juanica y Chan Chan en el mar cernían arena, como sacudía el 'jibe' a Chan Chan le daba pena… Limpia el camino de pajas, que yo me quiero sentar en aquel tronco que veo y así no puedo llegar… De Alto Cedro voy para Macané, llego a Cueto, voy para Mayarí…”. Todo un viaje iniciático y circular… las mismas estaciones, los mismos rostros, el mismo paisaje, la misma voz, el mismo protagonista solitario en busca de una nada habitada o que habitar.
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Este diario me ha traído de nuevo la voz hermosamente irónica de C M Aguirre, un poeta raro y magnífico, catador de los 'Clásicos' [y quizás también de los más antiguos aloques y viandas frenéticas]. Gracias por conectar, amigo, mil gracias. Llevo un día enterito disfrutando de tu blog… Eres bueno, cabrón.

*CONECTAR EN: http://erasmusreloaded.blogspot.com



HACIA MI MEDIO SIGLO (III)
[Relectura de Diario de un Savonarola]

8 de octubre de 2002

Diversas circunstancias me hacen darle vueltas a los compromisos personales y absorbentes que algunas personas tienen con la religión. No me parece nada mal que cada uno baraje sus posibilidades vitales, se instale en sus creencias y las practique; pero no entiendo el afán catequista de enredar a los demás, ese espíritu de formación para sumar adeptos/adictos. ¿No supone coartar la libertad personal el involucrarse en el pensamiento plural para llevarle a la idea única?
No quiero herir susceptibilidades -aunque me apetece-, pero me fascina la idea de Dios como creación del hombre, como clave grupal para dominar a los colectivos más débiles. Y es que Dios no es nada más que lo que nosotros deseamos que sea. Hombre, si nos ponemos prácticos, Dios viene muy bien para los malos momentos, porque aporta esperanza más allá del final predecible, pero no nos engañemos, Dios es sólo una muletilla que unos utilizan en su provecho y que a otros les suma alienación y miseria.
Sería mejor pensar en un Dios más práctico, un Dios que arreglase los horarios para que yo pudiese comer a diario con mi mujer y mis hijos, un Dios que propiciase que a final de mes no tengamos que conformarnos con las jodidas galletas maría hasta que el banco arroja saldo positivo, un Dios que te pague las facturas y que consiga que pueda salir quince días de vacaciones a la costa con la familia completa -llevo más de diez años sin poder disfrutar de unas vacaciones, y eso es demasiado infierno-. Un Dios que ponga en su sitio a los escritores de mierda y eleve a los raciales, un Dios de goma al que darle estopa cuando llega la rabia -y hacerlo sin miedo a represalias-, un Dios para charlar de periquitas cuando estoy triste, un Dios que tome cañas con tapa y de vez en cuando se tire el detalle de pagar la ronda. Yo sí creería en un Dios así de natural y bondadoso, así de normal.
Pero no me jodas, un Dios que propicia que mi mujer se vaya de casa a las ocho con mi hija, que yo me las arregle con los niños para despertarlos, vestirlos, hacerles que orinen, ponerles el desayuno -y que desayunen-, conseguir que se laven los dientes, llevarlos al colegio a rastras un día sí y otro no, hacer las camas -cinco jodidas camas con sus sábanas, con sus mantas, con sus colchas y sus almohadas-; un Dios que hace que mis hijos salgan a las 13 horas, que les tenga que preparar la comida rápido rápido rápido, que se laven otra vez los dientes, que entren a las 15 horas -justo cuando mi mujer y mi hija salen de clase-; un Dios que hace que mi mujer tenga que volver al curro muchas tardes mientras deja a los críos cargados en los cansados hombros de los abuelos, un Dios que luego, a las ocho, se inventa cursos de cristiandad para que tampoco pueda cenar con la familia completa en la mesa, un Dios que hace que mi mujer se acueste agotada a la una o a las dos de la mañana... ¿Para qué quiero yo creer en un Dios así, para qué?
... Y sus acólitos, sus fieles, no entienden nada, no entienden que mientras defienden la familia como unidad incuestionable, la destrozan a puritos machetazos. Más le valiera al clero encontrar pareja, crecer y multiplicarse para ser consciente de lo que significa tener una familia numerosa, de lo difícil que es en el seno de esa unidad «divina» verse unos minutos al cabo del día, porque hay que buscarse los garbanzos como sea, que nunca llegan solos a la unidad familiar indisoluble.
No nos abusen catequizándonos que lo mismo nos destruyen. No nos abusen y crean en lo que ustedes quieran, como quieran creer, pero crean solos, por favor.
Y ahora, ya las 22,07 horas, me pongo a Art Telonious Blakey & Monk e intento relajarme para no estallar de tanto Dios y tanta historia.



De FUMADORAS

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