Junto a esa voluptuosidad también crece un dulce sentimiento de afecto hacia todo lo humano [y yo creo que esto lo apoya la mantenida bajada de temperatura tan natural en este periodo estacional bejarano].
Cuando alcanzo ese estado, y me acompañan las circunstancias, suelo abandonarme hasta pillar cierto puntito melancólico que me predispone bastante a la poesía a la vez que me hace relajarme hasta la única actividad de la mirada.
(16:02 horas) Estoy metidito en un estado pregripal y me resumo en un mantenido y suave dolor de cabeza junto a una fuente hecha nariz… de esta guisa fui a tomar un cafetito con Alberto Hernández, que va a estrenar el día 24 de noviembre exposición en Milán, justo en la sala ‘Magenta 52’ [antes de su llegada me había enviado los cuadros de esa exposición por correo electrónico]. Le encontré algo abatido [yo también lo estoy y quizás su abatimiento fuese por simpatía] y algo más pictórico de lo habitual. Hay un par de trabajos algo distintos en su obra última, unos trabajos que me gustan porque me aportan una nueva mirada geométrica [esta vez son celdas de seis lados] y porque integran colores ‘nuevos’ en Alberto, presentados en manchas potentes que juegan al contraste con el blanco y el negro [me refiero fundamentalmente a un hermoso cuadro con una mancha roja en su parte inferior izquierda, un cuadro que parece continuación de otro que ya presentó en su última exposición en Colonia].
Mirando la obra de mi amigo no puedo ocultar mi tristeza por la oportunidad que se van dejando en el camino los distintos grupos de gobierno bejaranos. Alberto es nuestro artista vivo más internacional, equiparable [con las consideraciones que quieran hacerse] en acogimiento crítico y artístico a Mateo Hernández, con obra en algunas de las más importantes colecciones y con un currículo que para sí lo quisieran los ciclistas que con tanto vocerío solemos recibir en la plaza mayor bejarana al final de los ‘toures’ o de las ‘vueltasaespaña’. Me parece un sinsentido con tintes trágicos el que nadie de aquí sepa ponderar la obra de Alberto para propiciar una gran muestra sobre el autor [lo tendrían chupado, pues Alberto es generoso por naturaleza, además de humilde] o para colocarle el ‘gaudeamus’ de la predilección ciudadana que tanto se merece.
Amigos, un pueblo que no sabe valorar a sus mentes mejores y a sus creadores sobresalientes, es un pueblo que no merece ni ser nombrado en los mapas si no es con el calificativo de ‘ingrato’… y aquí se valoró con exageración a cualquiera que aportase méritos de carácter deportivo [desde Antonio Sánchez hasta Roberto Heras] o se tomó predilección por un ensayista que logró un premio nacional [que no es moco de pavo, válgame Dios]… Alberto ha sido nombrado recientemente académico en la Academia Internacional de Cerámica, que tiene su sede en Ginebra (Suiza) [aquí no se ha enterado ni la madre del apuntador… y menos la prensa, claro], es acreedor de los más importantes galardones internacionales que valoran la cerámica mural, está considerado por la crítica europea como uno de los más destacados ceramistas murales del continente por su carácter innovador y por su alta calidad artística, ha expuesto junto a los más grandes artistas contemporáneos [recientemente lo hizo en Valencia junto a Miró y Picasso] y su obra ha sido expuesta con éxito por toda Europa, en Israel o en Japón [centro neurálgico y epiritual del arte cerámico]. Si a eso sumamos que su obra ha sido portada en múltiples ocasiones de las más prestigiosas revistas internacionales de arte… ¿qué pasa aquí, en Béjar, que nadie sabe nada de Alberto, que jamás se ha propiciado una exposición pública digna sobre el autor y su obra?
Espero que alguno se dé cuenta antes de que sea tarde.
Pueblo triste como pocos…
(17:33 horas) ¿Qué puedo yo añadir a un mundo que está hecho en toda su imperfección? Solo anécdotas para ser perdidas. Lo único que me cabe es sumar palabras a lo que es tan mágico como el vuelo de un ave, el olor a albahaca, la sonrisa de una mujer frutal… y también a los sentimientos de amor, odio, pasión… ¿Y qué logro?… quizás atraparlos por un instante y creerlos míos… ¿Y para qué me sirve?… quizás para sobrevivir, ¿no? Porque lo que tengo seguro es que yo no puedo añadir nada.
De FUMADORAS |
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