Thursday, November 15, 2007

Malick se va...

Me aniquila darme cuenta poco a poco de la verdad, estar jodido a plazos, sobre todo cuando los plazos los pongo yo.
Hace tiempo me dije que para mis cincuenta años cumplidos me regalaría la lectura reposada de este diario entero para sacar conclusiones y poder decir tranquilamente: ‘hasta aquí he llegado y lo tengo escrito casi todo justo desde que percibí que hacía cierto uso de mi razón’.
Quedan poco menos de veinte días para poder decir que he vivido medio siglo y anoche hice recopilación de los volúmenes que componen mis notas de los últimos diez años para iniciar su lectura. Me asombró encontrarme con más de ochomil páginas escritas en tipografía Times de cuerpo 12. Y ahora no sé si fue tiempo perdido o tiempo robado. El caso es que me hace una ilusión tremenda reencontrarme y poder revivir mis días alegres y mis días aciagos, examinar mi evolución en lo referente a las convicciones, leer que amé y cómo lo hice, rememorar peleas y fiestas, encuentros y desencuentros… pero, sobre todo, me apetece reencontrar en esas páginas a los amigos abandonados, de los que casi me he olvidado ya por esta mierda social que se ha dado en llamar trabajo.
Leeré e iré sacando nuevas conclusiones.


(21:07 horas) Hoy me siento muy feliz porque, por fín, Malick tiene en las manos su permiso de residencia en España y ha comenzado a trabajar en una cercana fábrica de pimentón como empleado en toda regla. Es otro ciclo que casi está terminado [ya solo falta que rematemos la solución de Youssouph, que está muy cercana] y que hace que me sienta colmado y que me olvide de mis jodidas quejitas diarias. Malick comienza una nueva vida, una vida que partió de la desesperación, la enfermedad y el hambre. Recuerdo ahora perfectamente cómo llegó hasta nosotros hace dos años, era un esqueleto con piel y con la mirada apagada y llena de temor, un esqueleto que no conocía ni una sola palabra de castellano. Su cuerpo desnudo sobre una camilla de la sala de urgencias del Hospital Virgen del Castañar se me quedó grabada en los ojos como una auténtica tragedia [recuperarse le costó cuatro meses de hospitalización y vigilancia médica]. Recuerdo que aquel día, aquella noche, hablamos de largo Juanito y yo para tomar una resolución que hemos sido capaces de llevar hasta sus últimas consecuencias. Gracias, Juan, por tirar adelante con todo y con todos, tío.
Hoy me abrazó Malick muy fuerte, como si fuera a despedirse, y me dijo un ‘gracias’ hermosísimo en perfecto castellano [ya lo habla de fábula… y hasta domina el tema de los tacos y los dobles sentidos]. Se va su casa de Aldeanueva del Camino, aquí cerquita [una casa de alquiler amueblada por todos los colegas que ha hecho en Béjar], se lleva su sommier y sus juegos de sábanas, las cazuelas y toda su ropa de vestir, el walkman llenito de rap y música africana… Ya se ha emancipado mi primer hijo africano y sé que no me defraudará, que trabajará honradamente y podrá mandar dinero a su familia [que malvive en Gambia] sin tener que humillarse, si volver a pasar miedo, sin tener que esconderse. Va a ganar, también, para poder comprarse la comida que le apetezca y la ropa que le gusta… y también sé que terminará ayudando a sus colegas con problemas, porque así se lo hemos enseñado y sabemos que lo ha aprendido bien.
Enhorabuena, Malick… y toda la suerte del mundo, chiquitín.
De FUMADORAS

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