Thursday, November 29, 2007

Dadme soledad y cambiaré el mundo.


Sí. Ya estoy convencido.
Yo descubrí el mar en Aveiro y mis ojos vieron por primera vez la Falla del Riff en una tarde roja y tanzana. Yo descubrí la soledad abierta en Ngoro-Ngoro y el poder de la naturaleza en una noche de abril con aguacero. Yo descubrí la capacidad del hombre para complicarse la vida en el aeropuerto de Ámsterdam y la luz virginal de un atardecer en el Sahara. Yo descubrí solo la poesía de Gilbert Keith Chesterton y hasta llegué a pensar que era mío el poema ‘The sword of suprise’ [‘Separado de mis huesos, ¡oh!, espada de Dios, / hasta que ellos permanezcan de pie y ajenos, / como los árboles; / yo, cuyo corazón sube volando hacia los bosques / y puede maravillarse tanto como ellos…’]. Yo hice existir al cielo que me hace cada día y construí la palabra ‘muslos’ en una tarde gris de plomo. Yo convoqué la piel que cubre a las mujeres que siento e inveté los besos más dulces. Yo creé al tirano y pienso destruirle cualquier mañana de invierno, distraído, como si no quisiera hacerlo. Yo supe matar un llanto y alumbrar una sonrisas en los mismos ojos. Yo calciné lo que era y volví a hacerme exactamente igual en un minuto. Yo adoré a Luis García Montero como a un ídolo con los pies de barro y termine amparado en una melopea Buck y roja. Yo supe el carmín posado en el vientre un día de todos los demonios y pronuncié la palabra ‘árbol’. Yo perdí todo y volví a tenerlo…
Ya estoy convencido de que uno es capaz de crear cada instante suyo, de que la vida es absoluta creación de lo que te rodea y de lo que eres y sientes. Nadie antes lo hizo como yo ni nadie lo podrá hacer igual después de mí. Todo me pertenece porque yo decido nombrarlo.
Y ahora debo apreder a nombrar solo lo que me conviene, y no me importa que ya sea tarde, porque mi equivocación radicaba en que vivía recreando el mundo, cuando la realidad absoluta es que lo creo a mi imagen y semejanza, a mi tonto antojo, a mi forma vulgar, a mi manera torcida.
Yo os he nombrado a cada uno de vosotros y por eso os hablo, os escucho, os silencio, os doy vida y os la quito.
Dadme soledad y cambiaré el mundo… por lo menos el mío.
De FUMADORAS

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