Friday, November 2, 2007

Poemas difuminados.


Hicimos puente en la imprenta y he dedicado la primera hora de la mañana para leer “Todos los rostros del pasado”, de Francisco Brines. Solo algún destello me ha llamado la atención de estos versos Brines llenos de paisajes y flores, de noches y días, de campo y mar… Y es que este tipo de poesía tan cercana al lugar común no es muy de mi gusto. Ni por asomo se acerca Brines [en mi estado de hoy como lector] a la altura de Severo Sarduy [al que leí hace un par de días]. La recurrencia a esos símbolos líricos tan gastados me hace poner mala cara [la rosa, el bosque, el atardecer, la brisa, el amor, los campos verdes, la alegría, la primavera, la gloria, los veneros, el jazmín, el cielo…], sobre todo cuando se utilizan en sus presentaciones más ‘bellas’ y, por tanto, más empalagosas.
Sentí al leer a Brines que hay que hacer un esfuerzo por desnudar la poesía de esos vestidos pomposos, de esos tocados cursis, de esas expresiones que difuminan el poema hasta hacerlo una cosita flou… me jode tanto paisaje y tanta hostia lírica. No sé… me parece tan fácil hacer esa poesía descriptiva y blanda [a pesar de que Brines se apoya en metáforas bastante bien trabadas]…

De decir: ‘hollar tus trochas y quedarme en tus frondas a hacer noche” o escribir: ‘desearte hasta el daño y tropezar tu cuerpo con el mío’… va un abismo de forma.
(16:09 horas) En el marco de lo real es muy difícil construir, ya que todo está lleno de trampas para sujetar lo hecho y asumir con comodidad una posición conservadora que evite los niveles de vida establecidos. Para construir es necesario trabajar en el espacio de la fantasía, justo allí donde se pueden suponer bases imposibles, y partir de ella.
Con un idea bien elaborada desde la fantasía se puede llegar al mundo real para que te den de bofetadas, pero con un pequeño indicio de posibilidad de cambio que anima.
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Me revuelco de risa con la lectura de ‘Pura anarquía’, el último libro de relatos de Woody Allen que me regaló Jesusote Urceloy. Me parece fantástica esa capacidad de mezcla que tiene W. A., una mezcla que ya intenté hace años en ‘Formol con Havana 7´ y que me aportó muy buenos momentos y estupendos resultados.
Esas piezas cortas me están alegrando la tarde con unas sonrisas sobresalientes.

(17:36 horas) Hay cierta cosa Litvinenko en los trasuntos políticos mundiales, y no es demasiado extraño, porque el mundo se ha movido en los últimos siglos entre las moviditas caderas de la chica de Leeuwarden [Mata Hari] y los trajes negros stasi de Markus Wolfe. Historias perfectas para llevar al cine o a la novela negra y para cambiar los signos políticos que bambolean al mundo… y lo peor, lo mucho más peor [que diría mi hijo pequeño] es que este tipo de personajes existen también en el mundo pequeño, en las comunidades chicas y culomundistas… aquí no son espías, que son simples chivatos, correveidiles y hasta plumillas de chichiná que viven tergiversando, mintiendo, sacando las cosas de contexto para intentar llevarse las últimas raspas de la sardina a su trozo de pan duro.

Mientras que aquellos que mueven gobiernos, o lo intentan, participan de una categoría mítica incontestable, éstos son babosos infames que venderían a su padre o a su hermano por un plato de lentejas… pero crecen en el mismo caldo de cultivo y se alimentan de la misma mierda.
Hay alguna historia negra española que los dejó retratados, pero aún es poca manteca para tanta masa.
Nuestra literatura, que ensalzó al pícaro con éxito, debe guardar algún estante para delatar ese espíritu de ‘cheka’, tan español, que lleva a tantas personas a estar incómodas por esas delaciones menores y envidiosas, por ese mentir que algo queda.

Ando estos días en unos retratos breves al modo de la ‘Spoon River Anthology’, del bueno de Edgar Lee Masters, en los que diversos personajes miserables se revuelven en sus tumbas para contar de forma muy sintética sus vidas desperdiciadas en lo oscuro del puñal por la espalda. Espero terminarlo pronto, pues parece que estoy en vena.
De FUMADORAS

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