Saturday, August 23, 2008

Flores de karaoke en Fuping.


“Por fin he cargado un horno. Después de estar toda la mañana intentando conseguir que me facilitaran un horno para hacer una precocción a 900º C, me cedieron uno que está tan viejo que ni ellos mismos lo utilizan. Cargarlo fue una aventura en la que participamos varias personas, pues las placas no entraban y tuvimos que ingeniárnoslas para colocarlas en diagonal, con el riesgo que eso supone, sobre todo cuando el barro está seco, pero no cocido. La situación era surrealista: una fábrica llena de hornos y la imposibilidad de utilizarlos. Cada sección de hornos tiene un encargado al que hay que convencer, a veces lo consigues, pero llegada la hora de la verdad te cuenta un cuento ‘chino’ y utiliza cualquier absurda excusa para que tengas que desistir. La historia se repite una y otra vez. Supongo que hoy cocerán, ya veremos. Por la noche, nueva excursión a Fuping. Descubrimos nuevos lugares y nos dejamos timar en un par de locales. Pagamos precios europeos, nos reímos de nosotros mismos y pasamos un buen rato.”

Breve y ruidosa visita a karaoke. Hay que verlo to...





No es nuestro hotel. El lujo cerca de la charca.


Todo convive al lado.


En el sastre.

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CRÓNICA VIJARRENSE PARA A.H.

Fue hermoso escuchar a Elliott Murphy y a Olivier Durand en la Plaza de Santa Teresa, y más porque lo hice junto a mis amigos Gerardo y Pepe Servando [incluidas familias completas] y con mi Guillermote durmiéndose mientras aplaudía [la mismita descojonación mi niño]. Elliott estuvo generoso y nos ofreció una sesión que empezó a las once justitas de la noche con cuatro gatos y acabó a las dos menos cuarto de la madrugada con la plaza llena a rebosar y pidiéndole más con gritos y palmas [hay que agradecerle de nuevo a Miguelón que nos propicie estos ratillos tan especiales]. Después charlamos un poquitín, ya de vuelta a casa, y descubrí que los hijos de Pepe Servando son de puntita afilada y anotación meticulosa. Me contaron entre risas que a su padre le molesta un grupo de palomas que hace ruidos en el tejado y ha decidido hacerlas emigrar; para ello graba sonidos que extrae de internet [los críos se descojonan en este punto, pues Pepe busca en Google sonidos bajo títulos parecidos a ‘aullidos de lobo moribundo’ y similares] y se los pone a todo volumen a las palomas, que persisten en su lugar de reposo y gorjeo. Pepe dice que hay dos palomas que deben ser sordas, y Gerardo le sugiere que les haga los aullidos por señas… dos familias estupendas, Halarberito, las de mis colegas de niñez y adolescencia. Esta mañana quedamos para tomar unas cañitas y pasamos un buen rato recordando viejos tiempos y poniéndonos al día de los nuevos.
Y, albricias, ya tengo mi cochecito nuevo entre las manos, pero no lo sé conducir, porque es de cambio automático y me hago la picha un lío pisando el freno como si fuera el embrague. Estoy contentito, periquín, y ahora me voy a hacer un rallie para ver si le cojo el tono a la máquina.
Hace días que no veo a tu padre, pero también hace días que no veo a mi madre, por lo que debe ser algo normal.
Besines.
* NOTA: justo al terminar este párrafo, me quedé si tabaco y subí a comprarlo a PdT, y allí estaba Agustín con sus colegas. Le hice una foto para ti.








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Soy un hombre vulgar, y por ello he aprendido a dividirme como una ameba en distintas personas que apenas se solapan y no se molestan entre ellas. Y siempre lo hago para complacer a los que tengo al lado o me llegan de lejos con sonrisas. Lo malo es que esta división espectral de mí mismo se ha convertido ya en enfermedad, lo que me hace ser todos mis espectros a la vez, y también ninguno de ellos.
De esta situación me han nacido las sombras que soy y se vienen apagando las luces que contuve alguna vez… y también, como mal síntoma, llega la confusión, de la que nace este no saber quién soy debido a esa memoria inventada de todas mis sombras.
Sin embargo, es algo que presiento, hay cierta frontera entre mi multiplicidad en la que duerme algo mágico y sereno, un lugar donde la leche podría manar de los senos más bellos y el algodón ser piel.
Soy de vinagre porque me disminuyo al multiplicarme, pero también soy de la desmesura blanda que contienen los ríos cuando salen azarosos de sus cauces. Soy techo y ventana de mi cuerpo, pero temo al ladrido de los perros con horario y cartera. Soy cortina en los ojos y persiana en las breves agujas de la sien.
Si me aman, lloro; si me precisan huerto, me multiplico en surcos como una alfombra persa; si me nombra, domino el pulso y lo llevo al cero absoluto; si me dan tregua, pienso en lechuzas blancas con los ojos cegados por la luz de los coches; si me atropellan, juego a no fallecer; si me hacen silencio, como nueces e insectos; si me molestan, me desnudo y asomo hipócrita y ventrílocuo.
Sobórname si me vieras esperando en la esquina como un sicario, piensa en las cifras y te diré enseguida si debes seguir con el próximo paso o debes detenerte, porque yo sé las fórmulas del humo y las bobinas de hilo blanco, y me haré transparente para ser tu cansancio, tu estupidez, tu perro.
Soy un hombre vulgar que mastica calambres y orina en los tapices, que se anonada ante una nube blanca y pequeña, que sabe que en el límite es todo demasiado y no hace falta ponerse a orar con miedo [mejor es coger ramitos apretados de trifolium y morderlos con rabia]. Sí, soy un hombre vulgar que se siente perfecto por las tardes, después de la merienda, y que asume su muerte con intención de nada.
Búscame en la alambrada y te diré con pausa a qué sabe el frío de la cripta.

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