Thursday, December 4, 2008

Sentir esa tensión… y olerla.


Sentir la tensión de que hay alguien, olerlo, saber que su pelo tiene tacto como “la nieve bajo el antílope” [releer a Sarduy me hace citarlo], que sus manos gestan un abecedario y con él se saturan de palabras, que hay una luz débil y lleva prendas íntimas o una evidencia de cigarros.
Sentir esa tensión… y olerla, olerla, olerla… y saberla de aristas y de puentes curvados… y sentirla como la lana fina en el cuello, negra y densa.

A veces es preciso aferrarse a esa tensión para no claudicar, saber que hay otro al que puedes anclarte como los mytilus a las rocas.

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