Friday, December 26, 2008

Como "La musa del arroyo".


Como “La musa del arroyo”, del gran Emilio Carrere [“... Y en la encrucijada umbría de la suerte impenetrable, la Miseria, la implacable, se reía, se reía.”], ha pasado hoy a mi lado todo el contraste entero de mi sociedad moderna y avanzada: los esquiadores bajándose de audis y bemeuves cuatro por cuatro y corriendo a pedir sus riberasdeduero con alitas de pollo o morcilla de Burgos... y el borrahillo solo, de esquina a esquina siempre, charlando con la silla plegable de la viejina que se sienta a tomar el sol, cuando calienta, en la Plaza Mayor. Los beharahuis rancios de magro monedero paseando a sus santas con abrigos de pieles y bolsos de charol [¿Chabrol?]... y el tuerto harto de vino sentado sobre un charco con la cabeza sucia y un vómito marrón a su derecha. La madrileña espesa y su perropeluche con una bandejita de pasteles y unas botas naranja y unas mallas de esquí y un anorak de marca y un sombrero de piel con acné y una pluma... y la rumana oscura pidiendo la moneda de los carritos del súper a los hombres felices.
Tengo ya que empezar a trabar mi nuevo poemario, y este es buen momento, pues esa diferencia que lo llama a golpes de aldabón está en cualquier esquina de mis calles como un affiche móvil que siempre está delante de mis ojos.
“La musa del arroyo” quizás sea el mejor punto de partida para “Los 400 golpes” que esperan a mis manos... lo mismo saco algunos versos del magnífico Emilio para darme a mí mismo la orden de salida.

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