Wednesday, December 17, 2008

Ya soy un tipo con sombrero.


17 de diciembre de 2008
Hoy me regalaron un sombrero y una primera edición de “Luz desde el sueño”, de Vicente Gaos [Ed. Halcón, 7. Valladolid, 1947], y estoy como un crío con zapatos nuevos, mirándome en el espejo mientras intento poner carita de Bogart [solo me sale un ligero asomo de Buster Keaton] y pensándome para lo que venga con ese cráneo de repuesto... la verdad es que con sombrero me encuentro bien, jeje, de puta madre.
Decía el Sarduy más jocoso que no es la muerte la que derrumba con su hachazo, sino el turbio espejo que nos tiende. Y yo me río de mí, y me gusta hacerlo, y más hoy, con sombrero de ala y todo.
Y luego llegó Malick diciendo: “soy gilipolla, gilipolla, papá, que me suspendí porque salí del aparcamiento en segunda, no valgo pa na, papá, pa na...”. A mi rebonito le habían suspendido por segunda vez en el examen práctico para obtener el carnet de conducir, y encima se ha ido al paro y los trabajos que le ofrecen son todos con carnet... “gilipolla, papá, todo entero gilipolla”. Y me reí de él a carcajadas y lo achuché para quitarle el mosqueo un ratinín.
Y después con You al cole para que hiciera de paje de los Reyes Magos con los críos de guardería e infantil del cole... que lo pasó en grande repartiendo bolsonas de golosinas entre los niños vestidino con leotardos y chaquetilla de lentejuelas.
Hermoso día.
•••
Vivir en la norma que me marca el progreso y quienes no progresan con él me resulta cada día más difícil, y sin embargo según todos los indicios es el camino fácil: cumplir con todo y con todos sin sobresalir ni bajosalir, lavarme, peinarme, vestirme al uso de la media, llevar unas monedas en el bolsillo y alguna tarjeta de crédito, comprar, mirar la tele, hacer este trabajo estúpido que es como una espiral de Alberto Hernández, sonreír, conversar por teléfono, pagar mis deudas, tener todos mis papeles en regla... todo esto me va llenando las ganas de auténtica dificultad, porque yo pensé siempre que hay otra orilla [si miro al horizonte, veo luces lejanas] y que el estar y el ser consisten justo en buscarla e ir hacia ella. Así que cada noche, a eso de las 22:00 horas, me tiro al agua como puedo [de cabeza nunca he sabido] e intento bracear en busca de esa otra orilla en la que la norma debe ser que no exista ese término en su diccionario... pero siempre me agoto a eso de las 24:00 horas y vuelvo como puedo hacia esta orilla de aquí, en la que estamos todos esperando el frío del mármol como imbéciles... y mientras regreso a mi casa me repito en silencio: “estoy siempre contigo, Luis, no te preocupes, que un día llegaremos juntos al otro lado”.

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