Thursday, December 11, 2008

El asombro de ese músculo que cede


Sé que estoy solo, porque así lo decidí hace tiempo, tan solo como la mano inmóvil sobre mi rodilla derecha. Y de esa sombra de la soledad buscada siempre hay alguien recelando y buscando explicaciones de lo que no la tiene si no son de mí para mí. Así hago mi mundo pequeño y cerrado, así construyo mi fauna y edifico la tierna protección de mis fronteras, así me crece un paraíso en el que existen todos los que me rodean, pero a la vez les está absolutamente prohibido.
Escribir desde esta soledad precisa hacerse un mundo en el que vivir cada uno de los días, y yo lo intento y lo consigo, lo intento y lo fracaso, lo intento y lo disfruto.
El juego de este espacio personal y mostrado consiste en averiguar cuándo crece lo verdaderamente literario, cómo lo hace y de dónde procede [de mí o de mí]. Y lo demás sois vosotros, porque lo que se gesta en vuestras cabezas ya no es de mi soledad, es de la vuestra. Y ese campo me niego a caminarlo.
Me quedo en el asombro de ese músculo que cede.

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